Uno de los problemas con los que nos enfrentamos constantemente los seres humanos tiene que ver con las promesas que nos hacemos.
Cada primero de enero nos prometemos ser más juiciosos con el ejercicio, ahorrar más, dejar de gastar tanto dinero, ver más a nuestros familiares y amigos, e infinidad de opciones más, todas asociadas a nuestros intereses particulares. El asunto se vuelve problemático cuando llega junio, porque varias de esas promesas han sido difíciles de cumplir e incluso algunas no las hemos ni empezado. Esto no es un problema de unos pocos individuos, es un problema inherente del ser humano y sobre el cual se han tejido diversas estrategias. Las ciencias del comportamiento, al comprender que la generación de un hábito involucra una serie de pensamientos, acciones, resultados, emociones y retroalimentaciones, ha sido productiva en resolver este problema (sin decir que haya dado con la respuesta total y suficiente.)
William James, uno de los precursores de la psicología a nivel mundial, propuso que los seres humanos somos agrupaciones de hábitos, y que bajo ese presupuesto utilizamos los hábitos como mecanismos para relacionarnos con entornos complejos. En parte por eso, el hábito se ha convertido en un elemento clave de estudio en ciencias del comportamiento y entre aquellas disciplinas que buscan generar cambios de comportamiento, especialmente para comportamientos saludables. En ese objetivo, los hábitos han sido entendidos como “sistemas de comportamiento” clave que pueden ayudar en el mantenimiento de cambios de comportamiento. Si se busca hacer que las personas tengan una vida más saludable, esto se puede lograr con mayor probabilidad si dentro de ese objetivo se consigue que las personas establezcan el hábito de comer frutas justo después de hacer ejercicio.
Para entender mejor lo que implica un hábito, de acuerdo con BJ. Fogg, profesor de la Universidad de Stanford “un hábito es un comportamiento que se da de manera automática como respuesta a una señal del entorno. Esto es posible porque comportamiento y señal se han asociado repetidamente en el pasado”. Por ejemplo, una señal del entorno puede ser una notificación en el celular y la respuesta - hábito - es empezar a cambiarse para hacer ejercicio.
De esa forma, el comportamiento ya está automáticamente asociado con la señal y el comportamiento se ve facilitado. Sin embargo, para que esa asociación automática sea real, antes deben ocurrir una serie de circunstancias que promuevan la asociación a través de repetición y sostengan la motivación. Otra circunstancia clave es que el comportamiento o grupo de comportamientos que se quiere convertir en hábito tienen que ser lo suficientemente atractivos para el individuo, de tal manera que si son puestos en competencia con otros comportamientos atractivos (comer una pizza vs. comer comida saludable preparada en casa), la decisión se incline por el comportamiento saludable.
Así, para crear un hábito se debe escoger el comportamiento que se quiere lograr, así como el contexto en el que se quiere promover; por ejemplo, comer saludable en la casa (el comportamiento debe ser escogido por la persona y no establecido por un externo, esto contribuye a la sensación de autodeterminación). Para esto se puede utilizar una lista muy corta en donde se establezca el comportamiento, el plan: comer una porción de fruta a la media mañana y tenerlo escrito. Es importante para la generación del hábito que el comportamiento inicial que se establezca sea un reto pero también alcanzable, de lo contrario generará frustración y el comportamiento objetivo de nuevo no se alcanzará. Por supuesto, en este punto lo ideal es iniciar el comportamiento repetidamente para fortalecer la asociación automática. La motivación, asimismo, se tiene que mantener y esto es más probable si los comportamientos están asociados a retroalimentación positiva, es decir premios, sensación de bienestar, alineación con la identidad, etc.
Estas son algunas técnicas sencillas que se pueden promover para crear hábitos, especialmente hábitos saludables. Las empresas también pueden generar intervenciones basadas en las ciencias del comportamiento que ayuden a sus clientes internos y externos a desarrollar hábitos que sean productivos y beneficiosos, tanto para la organización como para el cliente. En Ethos BT ayudamos a nuestros clientes a aprovechar las metodologías y procesos propios de las ciencias del comportamiento y aplicarlas de la mejor manera a sus productos y servicios y obtener los mejores beneficios a nivel de rentabilidad, ambiente laboral, y procesos internos.
Referencias
Fogg, B. J. (2009). A behavior model for persuasive design. In Proceedings of the 4th international Conference on Persuasive Technology (pp. 1-7).
Gardner, B., Lally, P., & Wardle, J. (2012). Making health habitual: the psychology of ‘habit-formation’and general practice. British Journal of General Practice, 62(605), 664-666.
Gardner, B., & Rebar, A. L. (2019). Habit formation and behavior change. In Oxford research encyclopedia of psychology.
Lally, P., Wardle, J., & Gardner, B. (2011). Experiences of habit formation: a qualitative study. Psychology, health & medicine, 16(4), 484-489.
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